La Prevención social del delito, ¿dónde está?
- Juan Guillermo Sepúlveda Arroyave
- 11 jun
- 6 Min. de lectura
El caso del joven que atentó contra la vida de Miguel Uribe Turbay
Por: Juan Guillermo Sepúlveda Arroyave[1]

“El crimen no es un tumor, ni una epidemia, sino un doloroso "problema" interpersonal y comunitario. Una realidad próxima, cotidiana, casi doméstica: un problema "de" la comunidad, que nace "en" la comunidad y ha de resolverse "'por" ésta. Un "problema social", en definitiva, con todo lo que tal caracterización implica en orden a su diagnóstico y tratamiento” García-Pablos[1]
Colombia está consternada, indignada y dolida, por el atentado contra la vida del precandidato presidencial del Sector Democrático, Miguel Uribe Turbay (nieto del expresidente liberal Julio Cesar Turbay e hijo de Diana Turbay asesinada por Pablo Escobar el 25 de enero de 1991), en el momento en que se dirigía a un grupo de seguidores en un barrio de Bogotá, a plena luz del día, a manos de un menor de 14 años, quien les disparó a pocos metros varios tiros en la cabeza. El joven fue detenido, cuando trataba de huir a pie, de la escena del crimen. El precandidato se debate entre la vida y la muerte.
La noticia ha sido cubierta, día y noche, por todos los medios y las redes sociales, quienes en su mayoría apuntan a esclarecer el crimen, con un tufillo amarillista y morboso que preocupa, porque, entre otras, puede afectar la investigación que están llevando adelante las autoridades judiciales competentes para ello.
Las noticias tratan de cómo llegó el joven al lugar de los hechos, qué ropa vestía, con quién hablo, quiénes, en el mitin, se miraban, hasta la grabación de la persecución y el momento de su aprehensión, donde se ve cuando él viéndose reducido, ofrece hablar, pero los golpes que le propinaron lo acallan y posiblemente con ellos la verdad de lo sucedido.
Terminando la escena de la detención con la llegada de la policía, quien le quita el arma con la que había atentado minutos antes contra la vida de Miguel Uribe, y sin ningún rigor técnico, como es lo usual en estos casos, coge el arma en sus manos, le saca la bala que quedaba y se la guarda en su chaleco, perdiéndose con ello las evidencias necesarias para un proceso judicial legal y justo, que evite nulidades e impunidad a futuro.
Los efectos políticos del atentado, también han sido y siguen siendo utilizados como confrontación política, alimentándose aún más la polarización que vive el país en los últimos tiempos a raíz, entre otras, de las próximas elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en el 2026, y donde se definirá la continuidad o no de un partido de izquierda en Colombia.
Todo lo anterior, ha dejado de lado, como siempre se ha hecho, el buscar nuestra responsabilidad social en lo sucedido, y por eso estamos de nuevo, reviviendo la época de Pablo Escobar cuando nacieron los primeros sicarios adolescentes al servicio del Cartel de Medellín, pues nos dedicamos, solo, a la represión del delito, a buscar al sicario para matarlo o meterlo a la cárcel, y no hicimos nada por prevenir ese mal.
Antes de reprimir, castigar, debemos de prevenir para evitar el delito o el hecho conflictivo, antes de señalar con el dedo acusador, todos los que lo señalan con sevicia y morbo al que atentó contra la vida del precandidato, también, deben preguntarse qué estamos haciendo como sociedad para evitar que hecho criminales como este se vuelvan a repetir, y es ahí donde el dedo acusador se nos devuelve cuatro veces en forma de cuestionamiento cada vez que señalamos a este joven y otros muchos que por desgracia tenemos en nuestro país.
Prevenir, significa intervenir en la etiología del problema criminal, neutralizando sus causas. (García-Pablos)
El delito se previene de tres maneras:[2]
La prevención primaria, que atiende las causas mismas del delito, va a la raíz del conflicto criminal, buscando neutralizarlo antes de que el delito se produzca. Se manifiesta a través de estrategias de política cultural, económica y social, cuyo objetivo último es dotar a los ciudadanos de capacidad social para superar de forma productiva eventuales conflictos (Lüderssen).[3]
Con prevención secundaria, está dirigida a los grupos vulnerables y sectores donde la criminalidad se puede dar más fácilmente. Esta prevención se traduce en políticas legislativas penales y en las acciones de organismos de seguridad policial. Ejemplo legislación sobre porte de armas, parrilleros, cámaras de videovigilancia, ley seca, toque de queda, etc.
Con la prevención terciaria, es el último eslabón de la prevención y está dirigida a la población reclusa, penada; y un objetivo preciso: evitar la reincidencia. De esta prevención se ocupan los programas tendientes a la resocialización o rehabilitación de las personas privadas de la libertad.
Del caso que nos ocupamos tristemente en este escrito, y fracasamos en la prevención primaria, pues el adolescente sicario de 14 años, hacía parte de una familia desestructurada, huérfano de madre, con un padre que lo abandonó por buscar mejor futuro como mercenario en otros países. La prevención secundaria fracaso también, pues las políticas de inclusión social, del ICBF y el Distrito de Bogotá, dirigidas al menor, indican que fracasaron, y de otro lado, no se protegió como debía ser, a un precandidato de la oposición, que estaba expuesto en pleno espacio público, hechos que le hacían altamente vulnerables.
De la prevención terciaria, que solo se dará cuando se compruebe legalmente la responsabilidad penal, tiene un carácter pedagógico/restaurativo:
“Finalidad del sistema de responsabilidad penal para adolescentes. En materia de responsabilidad penal para adolescentes tanto el proceso como las medidas que se tomen son de carácter pedagógico, específico y diferenciado respecto del sistema de adultos, conforme a la protección integral. El proceso deberá garantizar la justicia restaurativa, la verdad y la reparación del daño”. Ley 1098 de 2006 en su Art. 140.
El atentado contra Uribe Turbay en manos de un adolescente, a más de un delito reprochable, que debe ser investigado y castigado por los funcionarios competentes para ello, como la policía, fiscales y jueces de menores, es un PROBLEMA en mayúsculas, que debemos resolver entre todos, pero no con “paloterapia”.[4]
Es un problema cercano, que nos toca a todos; también es un problema familiar y comunitario que afecta a los barrios y la convivencia comunitaria; es un problema social que nos compete a todos. Es el momento de asumir responsabilidades, pues sino seguiremos echándole la culpa eternamente a Pablo Escobar y continuaremos caminando como el rey desnudo de Hans Christian Andersen, buscando dar el abrigo que no tenemos, ocultado una verdad evidente que incomoda, dentro de un negacionismo histórico, que ve en la represión la única salida a la superación de la violencia, producto de la sociedad punitiva en la que hemos nacido y vivimos.
Finalmente, y recurriendo a ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA[5], unas recomendaciones finales:
La prevención del delito pasa por la “reestructuración de la convivencia”, y esto solo se logra desde enfoques positivos, que unamos aportes y esfuerzos solidarios, que reemplacen la prevención puramente “negativa” del prohibicionismo.
La prevención, antes que otras prevenciones debe ser social //comunitaria, precisamente porque el crimen es un problema social y comunitario.
Por último, todos los colombianos debemos preocuparnos por producir menos criminalidad, y así tendremos menos que prevenir y reprimir. Somos una sociedad productora antivalores, de rabia y odio históricos…de delitos. Matamos con los gestos, la mirada y la palabra.
!!PAREMOS YA!!
[1] Juan Guillermo Sepúlveda A, es criminólogo crítico, fue secretario del Grupo de Criminología Crítica de América Latina y director del I Seminario Internacional de Criminología Crítica en Colombia.
[2] Vid,. GARCÍA ·PABLOS, A, Policía y criminalidad en el Estado de Derecho en; Policía y Sociedad. Ministerio del Interior, 1990 {obra colectiva), págs. 54 a 57.
[3] ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA. La prevención del delito en un estado social y democrático de derecho. Páginas 5 y siguientes.
[4] LÜDERSSEN, Krinúnologie, 1984 págs, 151 y ss. Cfr,, KAfSER, G,, Jutroduccíón a la ('rin1ono!ogía., cit., púg, 126.
[5] La “Paloterapia”, que pena tener que explicarlo a las personas que lean este artículo que no sean de Colombia, son golpizas colectivas-brutales, ejecutados por personas del común, que se les propinan a los presuntos responsables de un delito, generalmente de robos en la vía pública, donde se ejerce justicia por la propia mano, aduciendo que la justicia no opera.
[6] ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA. La prevención del delito en un estado social y democrático de derecho.
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